9 feb 2009
Huanta, Ayacucho, sierra sur de Perú, 12 de diciembre de 1984: decenas de familias, provenientes de las comunidades campesinas quechuas de Vizcatampata, Cayramayo, Sinhuamachayniyocc, Orccohuasi y Mashuacancha, acudían al llamado del Ejército Peruano, cansados de los hostigamientos y asesinatos de Sendero Luminoso, la guerrilla maoísta que tiñó de carmesí los maizales de los pueblos que no existen en los mapas oficiales.
Los comuneros habían aceptado la propuesta del Ejército, dejando sus aldeas y estancias, para fundar un Centro Poblado, junto a la Base militar de Putis, y comenzar una nueva vida, protegidos por un estado que apenas conocían en la forma de una bandera rojiblanca y una escarapela, de uso obligado en fiestas nacionales.
Pero sólo encontraron muerte: en la noche fueron separados hombres y mujeres, las mujeres fueron violadas sin misericordia por los militares; los hombres fueron obligados a cavar una fosa poco profunda, para una quimérica piscigranja, futura fuente de sustento diario.
Al amanecer, todos fueron asesinados, con metralla, de seis en seis, y depositados en esa misma fosa, que jamás fué una piscigranja, solamente una oprobiosa fosa común, una de las tantas patrocinadas por el Ejército Peruano, en aquellos años oscuros que ellos - los asesinos - confiaban jamás verían luz.
Era mayo de 2008, un equipo de arqueólogos forenses iniciaron las exhumaciones de cinco de las fosas comunes ubicadas en Putis, gracias al trabajo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), los primeros resultados fueron los siguientes:
Los comuneros habían aceptado la propuesta del Ejército, dejando sus aldeas y estancias, para fundar un Centro Poblado, junto a la Base militar de Putis, y comenzar una nueva vida, protegidos por un estado que apenas conocían en la forma de una bandera rojiblanca y una escarapela, de uso obligado en fiestas nacionales.
Pero sólo encontraron muerte: en la noche fueron separados hombres y mujeres, las mujeres fueron violadas sin misericordia por los militares; los hombres fueron obligados a cavar una fosa poco profunda, para una quimérica piscigranja, futura fuente de sustento diario.
Al amanecer, todos fueron asesinados, con metralla, de seis en seis, y depositados en esa misma fosa, que jamás fué una piscigranja, solamente una oprobiosa fosa común, una de las tantas patrocinadas por el Ejército Peruano, en aquellos años oscuros que ellos - los asesinos - confiaban jamás verían luz.
Era mayo de 2008, un equipo de arqueólogos forenses iniciaron las exhumaciones de cinco de las fosas comunes ubicadas en Putis, gracias al trabajo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), los primeros resultados fueron los siguientes:
Se han indentificado a 94 personas: 23 mujeres, 48 menores de edad, 38 menores de 10 años. Gracias a los análisis de ropas y ADN, esos muertos anónimos serán identificados, y entregados a sus deudos para un entierro digno, como merece un ser humano.
Pero eso no basta: es necesaria una reparación colectiva, moral y económica, a la memoria de los caídos y a los deudos. También es urgente que se juzgue y castigue a los militares, responsables directos de esa masacre, y que se llegue hasta donde se tenga que llegar, sin importar los galones ni las estrellas: que se sepa toda la verdad, esa verdad urgente que cura.
Hoy, recién se comienza a reparar el dolor: aún faltan centenares de Putis por rescatar del olvido, aún quedan familias buscando a sus parientes, aún quedan verdugos gozando de la impunidad del uniforme verde olivo, aún quedan conciencias indiferentes que despertar, dentro y fuera del Perú, más allá de latinoamérica, de Europa, del mundo.
Por eso, amigo lector, no olvides jamás en que parte del orbe queda Putis.
Pero eso no basta: es necesaria una reparación colectiva, moral y económica, a la memoria de los caídos y a los deudos. También es urgente que se juzgue y castigue a los militares, responsables directos de esa masacre, y que se llegue hasta donde se tenga que llegar, sin importar los galones ni las estrellas: que se sepa toda la verdad, esa verdad urgente que cura.
Hoy, recién se comienza a reparar el dolor: aún faltan centenares de Putis por rescatar del olvido, aún quedan familias buscando a sus parientes, aún quedan verdugos gozando de la impunidad del uniforme verde olivo, aún quedan conciencias indiferentes que despertar, dentro y fuera del Perú, más allá de latinoamérica, de Europa, del mundo.
Por eso, amigo lector, no olvides jamás en que parte del orbe queda Putis.
5 Comments:
"aún quedan verdugos gozando de la impunidad del uniforme verde olivo, aún quedan conciencias indiferentes que despertar"
Que gran verdad Troba...
que gusto verte por aqui.-
las barbaridades del ejército, la animalización absoluta del hombre, la crueldad más horrible al amparo de lo desolado del entorno y de la autoridad de las armas, dios nos ampare por haber nacido humanos
Hola Sara, me dirijo a ti como parte redactora de esta página, primero para decirte que tienes el permiso solicitado, segundo para manifestar mi horror a ese genocidio contra gente inocente y con tantas carencias, ruego porque los asesinos sean realmente castigados y paguen por sus atrocidades.
Saludos
Impresionante documento, Troba.
Pidamos justicia para éste y todos los casos de crueldades y matanzas sin sentido.
Dicen que conociendo nuestra historia, podemos aprender y no repetir los mismos errores... ¡ojalá sea así!
Besos.
Toda esta barbarie y otras muchas que por desgracia existen no pueden quedar ocultas, tienen que salir a la luz pues estas historias no deben repetirse por desconocidas. La crueldad humana debe ser desenmascarada de toda su parafernalia de auto-adulación.
Un dictador y todo aquel que apoye pasiva o activamente la opresión y la barbarie NO PUEDE TENER NADA BUENO.Se me revuelven las entrañas si oigo a alguien defender cualquier aspecto de un dictador y así justificarlo.Miren si no la ola de revisionismo histórico que se está dando ahora en España, con el ínclito Pio Moa y sus secuaces: Cesar Vidal y demas cabezas ¿Pensantes? Instaladas en la COPE. Se atreven a revisar la historia a su gusto colocando al execrable y sádico Franco como heroe nacional.E igual ocurre en Europa con los revisionistas de Hitler que sin el mas leve parpadeo niegan el holocausto y la intrínseca maldad del cruel botarate.
Perdonen pero no podia aguantarme, tenia que decirlo, ya está
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