Me llaman Calle...

8 sept 2009

La semana pasada los medios de comunicación, atrincherados en su consabido sensacionalismo, nos informarban de un problema que se convierte en impersonal en el mismo momento en que los informativos lo cifran y lo cuentan, me refiero al ejercicio de la prostitución en la calle, en las inmediaciones del histórico mercado de la Boquería en Barcelona.
Las imágenes de sexo explícito de dos hombre y dos prostitutas nigerianas han alertado a la opinión pública de una situación que a mí, personalmente, me parece extrema.
Todos sabemos que el mercado del sexo ha existido siempre y existirá, es más, aporta pingües beneficios, pero ¿a quién? ¿a quienes?.
La prostitución ilegal sólo beneficia a las mafias que trafican con mujeres, muchas de ellas menores, que ejercen este trabajo contra su voluntad, que son sometidas a maltratos , drogadas e incluso, como hemos leído hoy en la prensa, hormonadas para elevar su nivel de rendimiento en este trabajo. Mujeres convertidas en ganado, así lo veo yo... Es sórdido y tristísimo, la verdad.

¿Por qué no se regula la prostitución?. Creo que es la única forma de acabar con estas prácticas que perjudican a las mujeres. Ningún trabajador en nuestro país (un país democrático y desarrollado) hace su trabajo en estas condiciones. No hay derecho a denigrar hasta este punto a una prostituta que debe hacer sexo a la vista de todos, en la calle, sin ninguna medida de higiene y salubridad... Tampoco hay derecho a que los vecinos de este barrio histórico o cualquier turista o menor tengan que aguantar semejante situación.
Las prostitutas tienen que ejercer libremente, sin coacción, su trabajo en un lugar que reúna las condiciones adecuadas, cobrar por sus servicios sin tener que entregar a un proxeneta parte de su salario, pagar su seguridad social como hacemos todos los trabajadores de este país y tener la oportunidad de reclamar sus derechos laborales.
Hasta que no se regule este oficio seguirá existiendo trata, extorsión, maltrato, pedofilia y toda esta suciedad que deshumaniza a un colectivo que ,según los datos, se acerca al 90% de mujeres inmigrantes que trabajan de forma involuntaria o forzada en España.
Todos conocemos los datos y los políticos saben como resolverlo, pero no lo hacen. "Limpiar una zona" enviando coches patrullas y efectivos policiales no resuelve el problema. Los proxenetas y las prostitutas buscarán otros sitios, otros barrios y será más de lo mismo.
Creo que ni la sociedad española ni nuestros políticos demuestran responsabilidad ni madurez en el modo de tratar este tema. Creo que merecemos avances sociales y que este colectivo merece una atención que no tiene (otra forma de atención que no sea salir en la prensa con estas imágenes) y una solución que se retrasa irremediablente.